viernes, 26 de marzo de 2010

La Inflamación Crónica y sus Riesgos - Somos lo que Comemos

Hoy estoy leyendo una de las revistas digitales gratis que tengo, US News & World Report. Me gusta esta revista porque tiene información actualizada y bien sustentada además que sus series de artículos sobre salud son bastante informativas.

En el número de diciembre 2010 leo que hay cada vez más evidencia que la inflamación crónica del organismo es a su vez un factor de riesgo para desarrollar alguna enfermedad crónica que puede ir desde cáncer hasta enfermedades del corazón o Alzheimer.

La inflamación del organismo es una respuesta inespecífica frente a las agresiones del medio, y está generada por los agentes inflamatorios. Se considera un mecanismo de inmunidad. Sin embargo la inflamación crónica es el problema y puede estar causada por los alimentos que consumimos.

Se ha dicho que somos lo que comemos y este ejemplar contiene información sobre qué comidas son las que debemos evitar para que no nos inflamen y cuales sí para buscar desinflamar al organismo. En mi caso me llevé algunas gratas sorpresas sobre mis hábitos alimenticios y otras mas bien alarmantes. Por ejemplo, algunos alimentos que ayudan a reducir la inflamación son pescados como el salmón y el atún, las nueces y el aceite de canola. Verduras como la cebolla morada, los tomates, brócoli, uvas rojas, moras y naranjas contienen flavonoides con propiedades anti-inflamatorieas. El Jengibre, una raíz que lamentablemente no es fácil encontrar en los guisos de la comida mexicana, es una de las especies más saludables.

Entre las agradables sorpresas sobre alimentos y bebidas encontré que el chocolate -principalmente el chocolate amargo - y el vino tinto -por su contenido de resveratrol- poseen propiedades anti-inflamatorias.

Ahora bien, entre los alimentos que debería reducirse el consumo para evitar la inflamación crónica son los que contienen grasas Omega-6, las cuales contienen químicos que disparan la inflamación. Entre estos alimentos están los aceites de maíz y otros aceites vegetales, la mayonesa -casi indispensable en cualquier sandwich- así como muchos aderezos para ensaladas.

Las grasas rancias, como las producidas por aceite calentado al punto de hervor se oxidan y disparan la inflamación -así que los antojitos tan comunes por el sur de México tendré que evitarlos. De igual forma la crema de maní y chocolates viejos terminan haciendose grasas rancias.

He aquí también algo de lo más preocupante, las harinas blancas, azúcares, arroz blanco y puré de papa instantáneo producen todas que se dispare el nivel de azúcar en la sangre, lo cual termina produciendo inflamación del organismo.
Las grasas animales como las de carne roja, huevos, piel del pollo y leche entera tienen altos contenidos de ácido araquidónico, una molécula que el organismo utiliza para crear inflamación.

Por último, el exceso de alcohol (considerado por el estudio como tomar más de una o dos bevidas al día) puede producir cambios en la flora intestinal, permitiendo que las bacterias pasen a través del torrente sanguíneo y así disparando la inflamación.

Así que a cambiar los hábitos alimenticios y cuidar lo que comemos.

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